
Ha habido tensión y, por momentos, el esfera ha sido frío entre Vinicius y Alonso, que no hizo relato a su preparador en su disculpa el miércoles por la tarde.
El incidente que definió el humor flagrante se produjo en el zaguero entrenamiento previo a la semifinal del Mundial de Clubes contra el PSG. A Vini, que había sido titular en todos los partidos hasta entonces, le dijeron que sería suplente. No se lo tomó proporcionadamente y Alonso se mantuvo firme, decidido a demostrar que ningún tahúr, por muy talentoso que sea, está fuera de la instrucción.
Esa dinámica ha continuado.
El técnico ha insistido en que Vinicius no terminará todos los partidos, que necesita descansar más y que Rodrygo le disputará un ocasión en el banda izquierdo del ataque. La postura de Alonso tiene sus raíces en la autoridad y la planificación. A Vini Jr, acostumbrado a los mimos, le ha costado adaptarse.
El planteamiento del técnico es coherente con su forma de ser como tahúr: metódico, controlado y, por otra parte, tiene personalidad para no tener miedo al enfrentamiento. Quiere que todos los miembros del equipo entiendan quién marca la pauta. Para él, dirigir al Positivo Madrid significa crear orden, no ceder en presencia de el poder de las estrellas.
Vinicius, por su parte, se siente tratado como cualquier otro tahúr cuando esperaba una relación más cercana y personal. Descuido la calidez que compartía con Ancelotti, sustituida por la distancia profesional.
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