Cuando Lucian Freud conoció a Kate Moss resulta ser el combate de un anciano dulce y tierno y un hedonista cautelosamente opaco. Los dos parecen descolgados.
El imponente Retrato desnudo 2002 de Freud es un estudio desnudo de la supermodelo, a quien le había presentado su hija, la diseñadora de moda Bella Freud. Moss estaba grávida cuando posó para él, lo que le dio un repeluzno adicional y feroz a la franqueza y la intimidad de la pintura. Ellie Bamber interpreta a Kate y lleva a extremidad los momentos sin ropa con gran franqueza y calma. Freud es interpretado con sonidos germánicos R por Derek Jacobi (quien por cierto interpretó al contemporáneo de Freud Francis Bacon en Love Is the Devil de John Maybury en 1998) y tiene el aspecto de abanto de Freud, pero no la agudeza y severidad.
Ella tenía 28 primaveras; tenía 80 primaveras y su reputación como Lotario llevó a todo tipo de chismes sensacionalistas sobre una posible relación, aunque la película, de la cual Moss es productor ejecutante, tiene la pesada tarea de dejar solemnemente en claro que esto no era cierto, al mismo tiempo que intenta transmitir una especie de erotismo compensatorio en otros lugares: todo tipo de sensualidad dejadez y una reunión increíblemente elegante de mentes creativas súper modernas. Sin confiscación, con demasiada frecuencia Moss parece un fideicomisario tonto y Freud como su vetusto antepasado tonto con quien se relaja tomando opio en el vergel de su casa en el oeste de Londres mientras los dos echan la comienzo en torno a a espaldas y ríen afirmando la vida. Sus peleas son poco frecuentes y aburridas.
Por supuesto, ninguna película puede estar a la pico del cuadro en sí: ahí es donde efectivamente sucedieron el drama y la seducción. Tal vez hubo una relación asombrosa entre Moss y Freud o tal vez fue un acuerdo profesional, sin más chispa cuasi erótica que la que hubo entre Freud y la reina Isabel II, más apropiada para su existencia, cuando se sentó para él, completamente vestida. (Tal vez Jacobi y Helen Mirren ahora puedan hacer esa película).
Esta película implica que Freud hizo que Moss creciera y se alejara de las fiestas superficiales y las drogas. Bueno… tal vez. Está en un ámbito más robusto al insinuar el egoísmo del cómico y maniquí – y de hecho hay una cuadro muy astuta cuando Freud aparece en la fiesta de cumpleaños de Moss y entreambos hieren los sentimientos de Bella (Jasmine Blackborow) al casi nada cuchichear con ella. Los dos son caprichosos: Freud está usando a Moss, por supuesto, y ella lo está usando a él (y entreambos acertadamente podrían ocurrir sido conscientes de lo muy costosa que probablemente sería la imagen resultante, aunque no se menciona explícitamente carencia tan vulgar).
La crisis llega cuando Kate ve la imagen terminada y, comprensiblemente, se queda sin palabras. La película además lo es, en cierto modo. La imagen de Freud no es como una fotografía de moda: es completamente diferente de la forma en que ella ha aprendido a estar a sí misma. No es precisamente poco filántropo, tiene poco intransigentemente físico y sensual. Y eclipsa la suavidad cuidadosa y controladora del manda de la película.
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