Todos los políticos son propensos a exagerar la importancia de las elecciones, incluso las menores en lugares no representativos, en los que su flanco funciona mejor que otros. Un ejemplo aún recordado de esto fue poliedro por Carlos Menem en 1997 cuando, posteriormente de sufrir una serie de derrotas, hizo un gran éxito peronista en Perico, un pequeño pueblo en la provincia de Jujuy. Por lo tanto, era de esperar que Javier Milei tratara la triunfo decepcionante de Manuel Adorni en Buenos Aires City, donde obtuvo poco más del 30 por ciento de los votos emitidos por aquellos que se molestaron en presentarse, como evidencia de que ya tenía el respaldo entusiasta de la mayoría porteños y que en poco tiempo tendría el de la mayoría de los otros argentinos. Se jactó de que, posteriormente de suceder pintado Buenos Aires, que hasta entonces había favorecido el amarillo de la fiesta profesional de Mauricio Macri, su propio color, Violet, seguía haciendo lo mismo con todo el país.
Para que esto suceda, Milei tendría que aventajar la devoción de una gran cantidad de personas que todavía se consideran peronistas leales. A diferencia de Macri, quien asumió que al manejar la heredad de modo racional y obedecer las reglas democráticas, eventualmente los convertiría en su forma de pensar, Milei y su hermana, la jefa de personal presidencial Karina Milei, son conscientes de que esto no sería suficiente. Saben que las lealtades políticas generalmente deben más al sentido de pertenencia de una persona a una comunidad vagamente definida que a los argumentos razonados. Los folletos pueden ayudar, pero la presión de rama cuenta para más que cualquier otra cosa. En Argentina, durante mucho tiempo ha sido corriente que los miembros de la clase trabajadora y los pobres “estructuralmente” se vean a sí mismos como peronistas y voten en consecuencia, a pesar de que ese movimiento particular los ha hecho mucho más daño que admisiblemente.
Para Milei y sus seguidores, Colonizing Pro fue asaz liviana. Solo tenían que señalar que las políticas económicas que se aplicaban eran muy similares a las favorecidas por Macri, pero que, a diferencia del ex presidente y su equipo, se negaron a dejarse transigir por los sindicatos peronistas, los guerreros de la rectitud social, los líderes de las organizaciones que supuestamente representan a los pobres y otros que tanto tiempo habían intentado modernizar a una heredad desanimada. Fue gracias a la pura mentalidad sangrienta de Milei cuando se trataba de regir la heredad que ganó las elecciones presidenciales de 2023 y luego sujetó el atuendo de Macri a una adquisición hostil.
Tratar con el peronismo requerirá un enfoque muy diferente. Para alcanzar sus objetivos, Milei tendrá que interpretar el papel de un tirano caudillo cuyo corazón está en el área correcto y que, a su modo, entiende lo que es ser escueto y no apreciado por aquellos que están mejor. Aunque no hay razón para pensar que está jugando cuando se entrega a una de sus diatribas llenas de improperios contra periodistas o economistas que dicen cosas que no le gustan, claramente cree que lo ayuda a ponerse en contacto con el tipo de personas que durante décadas han apoyado a los jefes peronistas locales sin preguntarse por qué deberían preferirlos a sus rivales.
Incluso ayer de las elecciones del domingo pasado, Milei podía suponer que el derrota estaba en sus velas y que, posteriormente de algunos meses en los que parecía estar en el retiro, buenas parte en el frente financiero lo ayudaban a recuperarse de los contratiempos que se había infligido. Para sorpresa de los muchos que sospechaban que la inflación aumentaría un poco posteriormente de que se aflojaran las restricciones de divisas, hasta ahora esto no ha sucedido. Milei, un gran discípulo del difunto Milton Friedman, piensa que, poliedro que la inflación es un aberración exclusivamente monetario, al aumentar la propuesta monetaria, la eliminará por completo a mediados del próximo año. Si admisiblemente arribar a este angurriento objetivo no pondría fin a los muchos problemas económicos y sociales del país, si se acerca a él, se habrá poliedro tiempo para resolver lo que se debe hacer para permitir que los millones de hombres y mujeres que no son calificados y, en muchos casos, funcionalmente, analfabetos, para hacer contribuciones positivas a una heredad franquista más capaz y, lo que es aún más importante, su propio sentido de valencia.
Para decidir por lo que dice y por su comportamiento, Milei quiere que el movimiento que ha engendrado combina la devoción tribal que ha permitido que el peronismo sobreviva durante tres cuartos de siglo a pesar de su serio desempeño en el cargo con una ferviente devoción al neoliberalismo en los esteroides. Aunque la síntesis que parece tener en mente no podría funcionar en el mundo verdadero porque requeriría que muchas personas adquieran habilidades y aptitudes que se respaldan a muy pocas, como un objetivo antiguo que tiene sus atracciones. Sin incautación, ayer de acercarse a él, el gobierno del país tendría que satisfacer las evacuación de aquellos que serán difíciles de encontrar en encontrar un área aceptable en la utopía “anarcocapitalista” de la que sueñe el dirigente de estado. Aquellos izquierdistas y populistas que dicen que, si admisiblemente el “maniquí” de Milei podría ser maravilloso para una minoría pequeña, no habría área para el resto de los habitantes del país, no están mal. Sin incautación, a Dios gracias para los probables perdedores en la competencia que Milei quiere comenzar, Argentina posee fortuna materiales naturales que tienen mucha demanda y que, una vez desarrollado, le permitirían financiar los programas sociales que seguramente serán necesarios.
Este no es el caso en muchas otras partes del mundo donde las economías formadas por el cambio tecnológico que, estimulado por la inteligencia químico, parece que se acelera en los próximos primaveras, están dejando más y más personas. En los Estados Unidos, Donald Trump quiere ayudarlos al traer de reverso a las industrias que se habían confiado a los países de bajos salarios, entre ellos China y México, pero a pesar de tales esfuerzos, la automatización continuará eliminando más y más trabajos decentes.
Gracias a todos los petróleo, gas, cobre, litio y similares están esperando ser explotados, y al hecho de que, por razones obvias, por ahora, en cualquier caso, las personas que las personas tienden a ser menos exigentes de lo Como Milei promete hacerla.
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