TLa baguette estaba reciĂ©n desencajado de la boulangerie esa mañana, una fusiĂłn perfecta de presteza aireada y corteza crepitada. El pinrel, un gruyĂšre dorado, dorado, habĂamos comprado a Pierre: no habĂamos esperado caminar mĂĄs allĂĄ de un humano, y mucho menos una frĂa, en la adolescente lugar de Rouet, y habĂa tardado un tiempo en despertar al fabricante de pinrel desde sus gruesas paredes de la casa de campo. Pero por fortuna habĂamos perseverado. Porque ahora estĂĄbamos descansando en un valle de pino y pastos con el mejor sĂĄndwich que habĂamos comido. Solo dos ingredientes. Tres, si cuenta el brisa de la montaña.
A medida que avanzan los almuerzos, fue deliciosamente simple. Pero entonces, igualmente este alucinaciĂłn, claramente llamado “Senderismo en los Alpes franceses” en el sitio web. El nombre me habĂa parecido tan inimaginativo que estaba perversamente intrigado; Ahora parecĂa que MacS Adventure, organizadores de esta caminata autoguiada en la regiĂłn de Queyras, solo estaban siendo admirablemente al pizca.
SĂ, Queyras. Yo siquiera habĂa oreja musitar de eso. Bordados al meta y al este por Italia, con un encerrado por una legiĂłn de picos de 3.000 metros, este parque natural regional podrĂa ser el rincĂłn menos descubierto y mĂĄs francĂ©s de los Alpes. Queyras solo ingresĂł a la conciencia domĂ©stico en 1957, luego de que las desastrosas inundaciones hicieron que las informativo brevemente encabezaron. El turismo se filtrĂł. Pero sigue siendo poco conocido por los extraños, y siglos de agricultura y aislamiento no perturbados significan que su carĂĄcter rural ha sido preservado.
Incluso ahora que Qeyras requiere poco de esfuerzo para alcanzar. O tomas el camino cercano y del flequillo a travĂ©s de las gargantas del rĂo Guil desde Guillestre. O conduce sobre el coronel de 2,361 metros del zoard (de Briançon) o el Col Agnel de 2,744 metros (de Italia), los cuales prueban periĂłdicamente los muslos de los jinetes del Tour de Francia, y los cuales se cierran durante el invierno, todos menos que cortan a Queyras del resto del mundo.
Aprovechando al mayor la colaboraciĂłn de MacS Adventure con los especialistas sin volos Byway, mi consorte y yo viajamos lo mĂĄs cerca que pudimos en tren. Salimos por la incertidumbre en ParĂs, bajamos al sureste de Francia, luego tomamos mĂĄs lentamente en direcciĂłn a Montdauphin-Guillestre, donde un Esforzado de la colina de VaubĂĄn Sondeo una reuniĂłn estratĂ©gica de valles. Finalmente, abordamos el autobĂșs escolar de fin de dĂa, uniĂ©ndose a los niños invertidos en las espectaculares vistas para exprimir el valle hasta Ceillac, Gateway en direcciĂłn a el Parque Natural.
El plan desde aquĂ era producirse seis dĂas caminando por una ruta circular que prometĂa subidas grandes y satisfactorias, pero no un circunscripciĂłn tĂ©cnico (y sin dormitorios o privaciĂłn compartidas). Cubriendo hasta 12 millas cada dĂa, y caminar durante un promedio de seis horas, usarĂamos partes del GR58 (el Excelso randonnĂ©e Eso circula queyras), asĂ como otros senderos para deambular entre las aldeas tradicionales. ComerĂamos pinrel, miramos por lagos y montañas, y generalmente se deleitamos en una regiĂłn que, segĂșn lo supuestamente, tiene 300 dĂas de sol al año y tantas especies de flores como a las personas (en torno a de 2.500 de entreambos).
El primer dĂa, esto significaba caminar de Ceillac a Saint-VĂ©ran, sobre el Col Des Estronques (2,651 metros). Fue un buen manifestaciĂłn, bajo los cielos azules de septiembre: habĂamos llegado al final de la temporada de senderismo (el alucinaciĂłn se extiende a mediados de septiembre), cuando los azafranes todavĂa salpican los prados y los Houseleeks, pero los arbustos de arbullitos comienzan a desobstruir los colores de las caĂdas y hay un sentido de cambio en el brisa.
Nos unimos a una corriente de luz de otros caminantes, progresando por el valle a travĂ©s de Lonely Farmsteads y prados rebotando con grillos. Ruidosos choughs y una brisa bulliciosa nos dieron la bienvenida al paso mismo; 100 metros verticales mĂĄs nos llevaron a apañarse a TĂȘte de Jacquette, donde nos sentimos como monarcas de este reino de montaña. Es posible que estos no hayan sido los Alpes mĂĄs grandes (pocos picos lucieron cocaĂna, pero se extendieron en todos los sentidos, grandes olas de piedra caliza, dolomita, gabro y esquisto.
Desde el Col, caemos a travĂ©s de Arolla Pine y Larch hasta Saint-VĂ©ran. A 2.042 metros, afirma ser la lugar mĂĄs reincorporaciĂłn de Europa. Asimismo es una instantĂĄnea de la vida alpina antaño de que el mundo actual se filtre. La casa mĂĄs antigua, construida en el estilo tradicional de Saint-VĂ©ran, data de 1641 y ahora es el Museo Soum; La planta mengua, con sus paredes de piedra de medio metropolitano de grueso, es donde los animales y las familias dormirĂan juntos para el calor. Los pisos superiores, construidos a partir de troncos de ĂĄrboles, se usaron para proseguir el heno, la cebada y el centeno; Los granos se convirtieron en panes gruesos que durarĂan todo el invierno, horneados en el horno comunitario.
Ese enorme horno de la lugar todavĂa se enciende varias veces al año, por festivales. Pero me complaciĂł ser alimentado en Hotel le Grand TĂ©tras (“Capercaillie”) en su superficie. AquĂ, festejamos gratina d’Oreilles d’Ăąne (textualmente “orejas de necio”, en efectividad una deliciosa lasaña de espinacas) y se quedĂł en una habitaciĂłn simple con una perspicacia de cinco estrellas a los picos opuestos.
luego de la promociĂłn del boletĂn
Luego de esto, nuestros dĂas se establecieron en un patrĂłn frecuente. Nos pusimos luego del desayuno para comprar suministros de picnic. Caminamos a travĂ©s de verde palomilla. CruzarĂamos un pase, Ăbamos por un balsa o llegarĂamos a una cresta panorĂĄmica. Luego descendĂamos por el bosque o en direcciĂłn a un rĂo helado. Para la incertidumbre estarĂamos instalados en un atĂșn pueblo, bebiendo morapio a un precio arreglado, con una comida de mĂșltiples cursos o una fondue indulgente. El brisa siempre estaba fresco, los senderos siempre alegres, las multitudes en gran medida delgadas.
“EstĂĄ ocupado aquĂ a mediados de julio a mediados de septiembre”, dijo Christophe Delhaise Ramond, el dueño de un gĂźte en AbriĂšs donde nos quedamos una incertidumbre, mientras nos sirviĂł mĂ©lĂšze (Larch) Liceros mientras buscamos mapas. Luego reconsiderĂł: “Pero solo hay en torno a de 2.000 camas de turismo en el parque, por lo que nunca es tan malo”.
Es gracias a Christophe que hicimos un informal desvĂo al dĂa ulterior. SegĂșn lo planeado, subimos a 2,583 metros de Lac Grand Laus, un balsa tan brillante de color verde azulado que parecĂa que un poco de los mediterrĂĄneos se habĂa perdido en las montañas. Era espectacular, pero tan saciado como habĂamos conocido en cualquier superficie de Queyras. Entonces, por la sugerencia de Christophe, continuamos subiendo, abruptamente, hasta el Col du Petit Malrif, donde flores tenaces aparecieron a travĂ©s de las rocas y las vistas eran inmensas, llegando a los picos de cocaĂna.
Desde aquĂ, volvimos a hacer dos tarns mĂĄs pequeños, pero no menos mediterrĂĄneos, donde no habĂa otras personas. En el segundo nos dejamos caer en la hierba de algodĂłn y masticamos baguettes rellenas con Bleu de queyras. Nos quedamos allĂ mucho luego de que las baguettes se habĂan ido, escuchando el agua burbujeando en el rumbo. Finalmente, nos dirigimos, descendiendo a travĂ©s de una hendidura rocosa. Pronto emergimos en una pista tan girada por hojaldres de seda Thistledown, era como si estuviĂ©ramos caminando en el paĂs de las hadas. Pero no, todavĂa estĂĄbamos caminando en los Alpes franceses, aunque una parte particularmente mĂĄgica.
El alucinaciĂłn fue proporcionado por Macs Adventure y Byway,; el autoguiado de siete noches Senderismo en los Alpes franceses alucinaciĂłn Costos desde ÂŁ1.150pp medio-junta. El transporte fue proporcionado por Camino apartadoque puede reservar trenes de regreso de Londres a Montdauphin-Guillestre, mĂĄs una incertidumbre en ParĂs en cada direcciĂłn, desde ÂŁ 734pp
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